Cuando empezamos a sanar y a regularnos, no solo podremos vivir el estrés plenamente, sin sentirnos abrumados. También entrarán en nuestra vida muchísimas sensaciones de las que nos habíamos disociado: la alegría, las ganas de vivir, la conexión con la vida, la curiosidad, el disfrute, el placer, la intimidad, la compasión, la ternura, la vulnerabilidad, la calma, … Todo un repertorio de sensaciones, emociones y experiencias para las que no hay espacio mientras estemos en lucha/defensa/protección.
El camino de vuelta a casa significa tener un sistema nervioso regulado, y eso pasa por:
- Descargar toda la tensión y emoción acumulada que no he podido ni sabido cómo hacer (sobre todo rabia)
- Atender todo aquello que no he podido integrar en mí. Darle un espacio, un sentir y validación.
- Ser consciente de mi propia historia y qué función están cumpliendo cada uno de los síntomas que presento a día de hoy. Tiene una función, aunque tú ahora no puedas verlo.
- Conectar con lo que sí soy, con quién si soy, con mi esencia y mi verdad, y desde ahí, por extensión, a mi propio cuerpo, a las relaciones con los demás, a la vida y al lugar que ocupo en el mundo.
Cuando vivimos en estado de alerta conectados con el miedo y la inseguridad constante, nuestro cuerpo invierte muchísima energía priorizando la supervivencia ante todo. El cuerpo está en un estado de “vida o muerte” constante. No es real, pero el cuerpo lo vive como si lo fuera.
Muchas veces no identificamos que estamos viviendo en este estado de alerta, de supervivencia, porque aparentemente «estamos bien», estamos seguros, somos funcionales. No identificamos que nuestro cuerpo está estancado reviviendo (inconscientemente) eventos traumáticos pasados.
Cuando por fin tomamos conciencia de este estado de alerta y empezamos a regular nuestro sistema nervioso nuestro cuerpo podrá sentir verdadera seguridad, lo que nos permitirá movernos hacia el descanso y la recuperación.
En este proceso de pasar de la alerta e hipervigilancia, al estado de seguridad, descanso y recuperación, lo que va a ocurrir es que nos sentiremos totalmente agotados. Al empezar a “parar”, se nos echarán encima años de esfuerzo, de tensión, de vivir por encima de nuestra capacidad, de ansiedad, de hiperactivación, …
Salir del modo supervivencia es un proceso profundo que puede llevarnos a confrontar aspectos de nosotros mismos que hemos evitado durante mucho tiempo. Nos toca tambalear toda la estructura sobre la que nos veníamos sosteniendo y eso produce mucho caos. Precisamos dejar atrás no solo partes de nosotros, sino lugares que solíamos frecuentar, relaciones, personas, …
Para sanar y deshacernos de viejos patrones necesitamos, sí o sí, segurizar el cuerpo y regular nuestro sistema nervioso, porque el cuerpo sólo puede procesar el trauma si se siente seguro y no estando en modo supervivencia.
Experimentaremos cambios emocionales y físicos como consecuencia de dejar atrás esos mecanismos defensivos que veníamos utilizando (en automático) para sobrevivir.
Este proceso nos invita a reconectar con nuestra verdadera esencia, a enfrentar el dolor y a construir una vida más auténtica y equilibrada que pasa por duelar partes de nosotras que ya no concuerdan con quienes elegimos ser, así como duelos antiguos que nunca hicimos. Pasaremos por etapas de confusión, reconexión con el propio cuerpo, desintoxicación emocional, reevaluación de relaciones, soledad y el descubrimiento de experimentar la vida desde la calma, la seguridad y la conexión.
Así se siente salir del modo supervivencia y procesar trauma:
1. MADEJAS DE DUELO
Comienzas a reconocer todo el daño y el dolor que habías anestasiado, reprimido o escondido por años.
En este proceso atravesarás una madeja de duelos (nuevos y antiguos duelos cronificados/estancados), dejando atrás creencias, formas de pensar sobre ti, sobre la vida, experimentando cambios en todos los niveles, … y eso, requiere de soltar y dejar ir «quién yo creía que era y quién venía siendo» y darle espacio a quien eliges ser.
El duelo duele, es natural sentir emociones contradictorias, algo de confusión y un poco de caos. El caos precede al orden, un caos que con presencia y amor incondicional contigo y tu proceso instaurará en ti un nuevo orden. El que tú elijas.
2. CONEXIÓN CON EMOCIONES Y SENSACIONES
Comienzas a conectar con tu cuerpo, con tus emociones y sensaciones. Al inicio puede ser muy intenso. Esto te permitirá ampliar tu capacidad de tolerancia y aprenderás nuevas formas funcionales de regularte.
Nuestro sistema nervioso está volviendo a un estado de relajación parasimpático después de años de respuesta de lucha, huida, congelación (respuesta simpática). Puede que te «enfermes» al rebajar los niveles de adrenalina y cortisol sostenidos por tanto tiempo.
Tómate unos días para dormir mejor, comer de forma saludable y preparar a tu cuerpo para liberar las emociones (la respiración consciente nos ayuda con esto).
3. DESINTOXICACIÓN EMOCIONAL
La voz popular entiende desintoxicación emocional solo al hablar de dejar una pareja en la que había abuso emocional, sin embargo, también pasamos el mismo proceso de desintoxicación para sanar nuestras heridas, vínculos familiares y la relación con nosotros mismos. Es el proceso que atravesamos para sanar nuestra adicción a ciertos patrones emocionales.
*Adicción emocional: Cada estado emocional tiene una respuesta química a nivel cerebral diferente. Al repetir ciertos «patrones emocionales» durante tanto tiempo, las células se vuelven adictas a esa sustancia química. Así es cómo las células le piden cada vez al cerebro más esa sustancia química (ese patrón emocional). Sin esa sensación a la que estamos acostumbrados, lo pasamos mal (ansiedad, angustia, desesperación,…) y la buscamos bajo cualquier comportamiento que permita generar esa emoción (consciente o inconscientemente). Quedarnos anclados en alguna emoción, como la rabia, la impotencia, la culpa, etc., supone un gran gasto de energía. Todas nuestras reacciones se ven condicionadas por esa emoción y nos condenamos a vivir por y para la emoción (patrón emocional).
De manera que, la desintoxicación emocional es un proceso perfectamente normal en un proceso de sanación, puesto que la hiperalerta a la que estaba sometido nuestro organismo a causa del abuso emocional y estrés crónico, disminuye cuando comienzas a segurizar tu cuerpo y a sentirte a salvo.
Y ahí empieza el camino de la reequilibración, hay veces que es tan intenso que hace parecer peor el remedio que la enfermedad, vas a empezar a sentir pérdida de energía, rumiaciones mentales, dolores físicos, tristeza, pesadillas, altibajos emocionales, … Y aunque te parezca un movimiento tremendo, porque realmente lo es, ¡es una buena noticia! Es tu cuerpo desintoxicándose.
Cada uno de esos signos tiene un por qué, hay que confiar en el proceso:
1. Pérdida de energía: Puedes sentirte agotado y sin energía, ya que tu cuerpo ha estado en un estado de hiperalerta durante mucho tiempo y ahora necesita tiempo para recuperarse.
2. Rumiaciones mentales: Puedes tener pensamientos recurrentes sobre experiencias pasadas, posibles fracasos en tu proceso, … Estos pensamientos pueden ser intrusivos y difíciles de controlar. Recuerda no engancharte a ellos, ellos también pasarán, no los alimentes, vuelve al cuerpo.
3. Dolores físicos: El estrés crónico puede manifestarse en forma de dolores físicos, como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales o tensión muscular. Estos síntomas pueden empeorar temporalmente durante la desintoxicación emocional.
4. Tristeza: Es común sentir tristeza y emociones negativas cuando te das cuenta de la magnitud del abuso emocional que has experimentado. Estás duelando a quién venías siendo y estás aprendiendo a expresarte desde tu “verdadero yo”. La tristeza nos invita a parar y mirar hacia dentro.
5. Pesadillas: Puedes experimentar pesadillas relacionadas con experiencias o personas pasadas, duelos pasados, el abuso emocional, … Estas pesadillas son una de las formas que tiene tu mente para procesar y digerir lo que has vivido.
6. Altibajos emocionales: La desintoxicación emocional no es un proceso lineal. Puedes experimentar altibajos emocionales, con momentos de tristeza intensa o rabia, seguidos de momentos de alivio y liberación.
7. Recuerdos del pasado: Puedes escuchar o recordar sonidos, lugares o situaciones que te recuerden patrones de conducta, personas o experiencias pasadas. Aunque estos recuerdos puedan ser dolorosos, con el tiempo, te afectarán menos.
Es importante recordar que estos síntomas son normales y parte del proceso de recuperación. A medida que avanzas en tu proceso de desintoxicación emocional notarás una mejora gradual en tu bienestar emocional. Es fundamental confiar en el proceso, buscar apoyo a través de terapia, mantener una red de apoyo y cuidar de tu salud física, emocional y energética. La recuperación lleva tiempo, pero con el tiempo y el esfuerzo adecuados, estarás en el camino hacia una vida más saludable y equilibrada.
4. REEVALUACIÓN DE RELACIONES Y LÍMITES
Puedes notar que ya no toleras ciertas dinámicas, situaciones incluso personas. Adviertes aquello que tolerabas por miedo y necesidad. Conforme vas ganando seguridad y confianza reevaluas tus relaciones y tus límites.
Esto puede llevarte a transitar una etapa de cierta soledad, tu nueva perspectiva te hará ser más cuidadosa a la hora de relacionarte e invertir energía en según que cosas. Seguramente atravesarás lo que Virginia Gawel denominó como Complejo de inadecuación esencial (ese sentir que ya no encajamos en los lugares y con personas que antes sí).
5. CRISIS VITAL/ PERSONAL/ EXISTENCIAL (CONFUSIÓN)
Las cosas no son como las creías, comienzas a ver todo diferente, desde otra perspectiva. Toca re-estructurarlo todo. Tu psique, tu emocionalidad, … con todo lo que eso implica: identidad, valores, creencias, formas de pensar, …
El suelo sobre el que venías pisando se tambalea, ya no es seguro, no lo eliges. Toca crear nuevos caminos y asentar unas nuevas bases firmes y sólidas que concuerden y te impulsen hacia la persona que hoy eliges ser.
6. RABIA – ENFADO
Comenzar a conectar con tu rabia es la señal de comenzar a conectar con tu fuerza vital y tu poder personal. Sientes enfado por lo que sufriste, por lo que no tuviste, por lo que has estado permitiendo y por comenzar a reconocer tu estado actual.
Toca domesticar esta parte de ti y utilizarla a tu favor, estableciendo límites firmes que te devuelvan la seguridad y la confianza
7. RECONEXIÓN CON TU CUERPO
Comienzas a notar sensaciones físicas que antes pasaban desapercibidas o de las que habías aprendido a desconectar. Quizás sientas tensión o rigidez en áreas específicas o comiences a experimentar síntomas físicos y somatizaciones que reflejen todo el estrés acumulado.
Conforme aprendes a leer el idioma de las sensaciones te guías por tu sabiduría interior, tú inteligencia intuitiva. Reeducas el radar de peligro/amenaza/seguridad y te haces cargo de las señales de tu cuerpo.
¿Cómo te darás cuenta de que vas bien?
Primero entendiendo que el proceso es sinuoso, habrá subidas y bajadas, pero siempre avanzas un poco. Además porque vas a escuchar ese sonido del pasado, pero cada vez te va a ensordecer menos. Construyes, resignificas, relativizas, calmas, aprendes,…. date tiempo, mantén el movimiento y confía, CONFÍA.
Tener un sistema nervioso regulado no es estar todo el tiempo con la rama ventral Vagal activada (Calma, conexión y seguridad), eso es imposible.
Un sistema nervioso regulado es un sistema nervioso que tiene la capacidad para pasar de un estado a otro con cierta facilidad y mucha flexibilidad, además puede acceder a la energía simpática (lucha/huida/acción/movilidad) sin entrar en respuestas traumáticas.
1. Tienes capacidad, flexibilidad y facilidad para transitar todos los estados. No te quedas “atascado” en ninguno de ellos. Si no que puedes volver al estado de seguridad y conexión tras una respuesta de supervivencia.
2. Respiras de manera profunda, lenta y relajada. Respiras por la nariz la mayor parte del tiempo. A nivel abdominal. Tu lengua está en el paladar superior, pero no “empuja” los dientes.
3. Tu sueño es reparador. No te cuesta dormir. No te despiertas por la noche. No te despiertas cansado. No te despiertas con tensiones en la mandíbula, cuello, cervicales, …
4. No te pones enfermo con facilidad. No tienes problemas de piel, alergias, estómago, inmunes, inflamación, … Tu estado general de salud es óptimo. Te sientes sano y con energía.
5. Desaparecen las tensiones y el dolor. No tienes contracturas. No tienes dolores sin causa aparente. No tienes dolores musculares. No tienes migrañas, …
6. No hay inestabilidad emocional y caos mental. Tienes capacidad para sentir y navegar tus emociones, a la vez que tus pensamientos son claros. No hay obsesión ni bucles de pensamiento negativos.
CUIDA Y PROTEGE TU ENERGÍA EN EL PROCESO
Es importante que cuides y protejas tu energía durante este proceso de sanación, ¿cómo?
- Poniendo límites y poniéndotelos a ti
- Diciendo “no”
- Descansando
- “Haciendo” acorde a tu capacidad
- Siendo consciente de tus limitaciones
- Cuidándote en todas tus dimensiones
- Viviendo despacio
- Haciendo cosas que te hagan sentir bien
- Soltando la urgencia y la prisa
- Conectando con el disfrute
Y sobre todo, siendo amable y compasivo contigo mismo. No hay prisa. No hay que llegar a ningún sitio. No hay una meta que alcanzar. Respeta tus tiempos y tus ritmos. ¡Nadie te persigue!
No olvides que en el proceso de sanar nuestras heridas y regular nuestro sistema nervioso el objetivo es ir creando las condiciones de seguridad interna para que nuestro sistema nervioso nos permita, poco a poco, asomarnos a mirar lo que esconde esa coraza y mecanismos defensivos, para así tener encuentros paulatinos y suaves con nuestro dolor. Aprende a sostenerte en esa incomodidad inicial venciendo el impulso automatizado de huir y evitar, confiando en que es seguro y en que es el camino de nuestra sanación.
Poco a poco, con práctica, esa incomodidad irá desapareciendo e iremos liberando ese dolor. Necesitamos volver a conectar con el cuerpo.
De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.
Un abrazo lleno de luz y fuerza✨
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Te acompaño en tu proceso: Te acompaño en ese viaje hacia lo más profundo de ti, a ir soltando todo lo que no te pertenece, a ir poniendo luz a esas partes que tuviste que esconder, ir renunciando a la esclavitud de la aceptación de otros, volver a sentirte segura siendo tú. Sentirte adulta, aceptarte y poder darte la incondicionalidad legítima que un día quizás no recibiste y que aún hoy estás necesitando. Pregúntame sin compromiso.
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