Nuestras heridas de infancia nos dejan un sistema nervioso desregulado, unos sensores de peligro/amenaza hipersensibles y unos mecanismos de defensa hiper-reactivos. Necesitamos devolverle a nuestro sistema su capacidad de regulación y resiliencia para poder procesar y digerir de forma natural todo aquello que se quedó «indigesto»
Un sistema nervioso regulado, funcional y resiliente tiene flexibilidad para cambiar y fluir en los diferentes estados/respuestas: lucha/huida, congelación, seguridad/conexión. Cuando se queda demasiado tiempo en uno de estos tres estados, perdemos la capacidad de responder a la vida de forma funcional, efectiva y exitosa.
SIGNOS DE UN SISTEMA NERVIOSO DESREGULADO
Varios de los principales predictores de un sistema nervioso desregulado incluyen el abuso infantil, la negligencia, la invalidación, la enfermedad o incapacidad de alguno de los cuidadores, padres emocionalmente inmaduros, crecer en un hogar o vecindario violento o vivir un desastre natural entre otras cosas.
Una dura verdad es que si crecimos con esto como algo “normal”, probablemente no reconoceremos el daño causado hasta años después. Eso es lo que pasa con el trauma, especialmente cuando el trauma crónico se condiciona como “normal” en nuestros años de desarrollo.
Vivimos en estrés, ansiedad, depresión, modo lucha/huida/congelación, y debido a ello desarrollamos dificultades para manejar nuestras propias emociones y nuestra vida. Podemos pasar de sentirnos entumecidos y desconectados, a sentirnos atrapados en el “modo hacer y hacer” e incapaces de reducir la velocidad.
Hay varios patrones que surgen de tener un sistema nervioso desregulado, entre ellos:
Desregulación emocional:
Cuando escuchamos sobre la desregulación emocional podemos pensar inmediatamente que una persona está “descontrolada”, cuando tiene arrebatos emocionales o no puede controlar su ira. Esto, a menudo, surge como una respuesta de “lucha” en la que las discusiones, la actitud defensiva o los sentimientos de persecución, hacen que la persona reaccione con impulsividad en lugar de responder con intención y consciencia de sí mismo.
Sin embargo, la desregulación emocional también se observa en personas que evitan emociones que lo hacen sentir vulnerables como la ira, los celos, la tristeza o incluso el amor, y terminan descartando estas emociones, alejándolas o bloqueándolas. Es posible que los veamos rebosantes de “positividad tóxica” si las cosas van mal (autorepresión y autoinvalidación), o podemos notar que las emociones íntimas y vulnerables como el amor se reemplazan por “hacer cosas”.
Búsqueda de emoción:
La búsqueda de emoción también es un signo común de un sistema nervioso desregulado. Si nuestro sistema se ha esforzado por sentirnos congelados o desconectados (semáforo rojo = sin recursos, sin salida, bloqueado), o crecimos en el caos, entonces podemos sentirnos atraídos por relaciones disfuncionales, experiencias peligrosas o dramas para poder “sentir”. Los patrones pueden ser más sutiles como la emoción que se experimenta por la adicción al trabajo donde la emoción proviene de sentirse agotado física y mentalmente. (Esto tiene que ver con la adicción que se crea ante ciertos *patrones emocionales).
*Adicción a ciertos patrones emocionales: no se trata simplemente de sentir sino de hacernos con los recursos internos necesarios para permitirnos fluctuar por los diferentes estados de nuestro sistema nervioso (regulación = semáforo). Cada estado emocional tiene una respuesta química a nivel cerebral diferente. Al repetir ciertos patrones emocionales durante el tiempo, las células de vuelven adictas a esa sustancia química. Así es como las células le piden cada vez al cerebro más de esa sustancia química (ese patrón emocional). Sin esa sensación a la que estamos acostumbrados, lo pasamos mal (ansiedad, angustia,…) y la buscamos bajo cualquier comportamiento que permita generar esa emoción (consciente o inconscientemente). Quedarnos anclados en alguna emoción, como la rabia, la vulnerabilidad, la impotencia, la culpa, etc., supone un gran gasto de energía. Todas nuestras reacciones se ven condicionadas por esa emoción y nos condenamos a vivir por y para la emoción (patrón emocional). ¿Cuál es la emoción principal?, ¿Qué me está queriendo decir?, ¿Dónde no quiero mirar?, ¿Qué gano sintiéndome así?, ¿Que evito?,… Hay ocasiones en las que la ganancia es la atención, el cuidado de un otro, que me den la razón,… Otras veces evito enfrentar miedos o inseguridades. A veces se trata de autoengañarnos con el «me estoy ocupando» (falsa sensación de control), …
Rumia mental:
Pensar demasiado es muy común en las personas en estado de “lucha”(semáforo amarillo).
Pensar demasiado hace que una persona reflexione sobre la situación, o una persona que la mantiene atrapada en la situación y no la solución, por lo que la mantiene en la familiaridad de “pelear”. Las personas que están atascadas en su cabeza pueden encontrar alivio momentáneo en situaciones de pensamiento, y pensamiento excesivo, porque les impide sentir. La rumia consiste en analizar excesivamente e intelectualizar situaciones para que no sea necesario sentir las emociones. Así es como esta respuesta al trauma ayuda a una persona propensa a pelear/arrancar (modo lucha/huida/movilidad) manteniéndola momentáneamente atascada y pensando demasiado en una situación lo que comúnmente desencadena en más trauma.
Los que piensan demasiado examinan constantemente su entorno, buscan ángulo y tratan de racionalizar o intelectualizar una situación para poder huir de ella o intelectualizar para no tener que sentir.
Hipervigilancia:
Esto es muy común tanto en lucha como en huida (semáforo amarillo). La hipervigilancia es similar a pensar demasiado, excepto que no es nuestra mente la que trabaja horas extra, sino nuestro cuerpo y nuestra reacciones. Estamos constantemente nerviosos buscando una discrepancia entre las palabras y los hechos, buscando constantemente una razón para irnos o huir y escapar de las relaciones o situaciones que desencadenan nuestro trauma. Vemos un peligro que no existe, o inconscientemente buscamos relaciones que desencadenan la respuesta al trauma de “huir”. No confiamos en los demás y buscamos constantemente “algo”, nos sentimos fácilmente amenazados, pero podemos encontrarnos en situaciones que refuerzan a nuestros sentimientos de miedo (búsqueda de emoción). En el centro de la hipervigilancia se encuentran la necesidad de seguridad insatisfecha. Probablemente en nuestra infancia se violó el sentido de “seguridad y protección”. En la adultez tenderé a reproducir inconscientemente situaciones en las que se despierte esa herida no sanada (la inseguridad y desprotección).
SIGNOS DE UN SISTEMA NERVIOSO REGULADO
Tener un sistema nervioso regulado no es estar todo el tiempo con la rama ventral Vagal activada (Calma, conexión y seguridad = semáforo verde), esto es imposible.
Un sistema nervioso regulado es un sistema nervioso que tiene la capacidad para pasar de un estado a otro con cierta facilidad y mucha flexibilidad, además puede acceder a la energía simpática (lucha/huida/acción/movilidad = semáforo amarillo = Sí puedo) sin entrar en respuestas traumáticas.
1. Tienes capacidad, flexibilidad y facilidad para transitar todos los estados. No te quedas “atascado” en ninguno de ellos. Si no que puedes volver al estado de seguridad y conexión tras una respuesta de supervivencia.
2. Respiras de manera profunda, lenta y relajada. Respiras por la nariz la mayor parte del tiempo. A nivel abdominal. Tu lengua está en el paladar superior, pero no “empuja” los dientes.
3. Tu sueño es reparador. No te cuesta dormir. No te despiertas por la noche. No te despiertas cansado. No te despiertas con tensiones en la mandíbula, cuello, cervicales, …
4. No te pones enfermo con facilidad. No tienes problemas de piel, alergias, estómago, inmunes, inflamación, … Tu estado general de salud es óptimo. Te sientes sano y con energía.
5. Desaparecen las tensiones y el dolor. No tienes contracturas. No tienes dolores sin causa aparente. No tienes dolores musculares. No tienes migrañas, …
6. No hay inestabilidad emocional ni caos mental. Tienes capacidad para sentir y navegar tus emociones, a la vez que tus pensamientos son claros. No hay obsesión ni bucles de pensamiento negativos.
CÓMO COMENZAR A REGULAR MI SISTEMA NERVIOSO
Comienza a regular tu sistema nervioso con pequeñas prácticas sencillas a diario. Devuelve a tu cuerpo su capacidad para metabolizar experiencias y su resiliencia. Esto es fundamental para mantener un sano equilibrio emocional y físico ante situaciones o épocas de estrés y agitación.
Algunas formas efectivas de lograrlo:
1. Respiración consciente (breathwork): Realiza ejercicios de respiración calmada y consciente para activar el sistema nervioso parasimpático (promueve la relajación, la conexión y la calma). Inhala profundamente por la nariz, siente cómo tu abdomen y pecho se expande y exhala lentamente por la boca liberando cualquier tensión acumulada.
2. Estira y mueve el cuerpo de forma regular: El ejercicio físico es una excelente manera de regular el sistema nervioso, liberando endorfinas que promueven el bienestar emocional. Encuentra una actividad que disfrutes, ya sea yoga, caminar al aire libre, bailar o entrenamiento en casa. Entre otras cosas, nos ayuda a movilizar y liberar la energía acumulada.
3. Meditar y prácticas de midnfulness: Dedica unos minutos cada día a la meditación guiada o la práctica de mindfulness. Esto te ayudará a estar más presente en el ahora y a reducir la activación del sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huida.
4. Planning y estructura: Tener organizado nuestro día nos aporta orden (evita la procrastinación y dispersión). Una rutina que incluya tiempo para trabajar, descansar, ocio y autocuidado nos aporta estabilidad emocional y contribuye a regular nuestro sistema nervioso.
5. Cuida tu entorno: Mantén tus espacios limpios y ordenados. Crea un espacio en casa que promueva la calma y el bienestar. Puedes incluir elementos como plantas, velas aromáticas, música suave y objetos que te transmitan alegría y tranquilidad.
6. Red de apoyo y relaciones: Aunque las rutinas de cada uno no nos permitan vernos físicamente todo lo que nos gustaría, es importante mantener conexiones sociales significativas (familia, amigos, comunidad). Mantén la conexión bien sea a través de llamadas o videollamadas. Es importante crear espacio en el día a día para sabernos queridos, arropados y miembros.
7. Limita la exposición a estresores: Establece límites saludables con las noticias y las redes sociales. Prioriza el consumo de contenido que te haga sentir bien y te inspire.
Cuando hay heridas nuestro sistema nervioso tiende a leer amenaza/peligro en la mayoría de situaciones (está más sensible) y tiende a la hiperactivación o a la hipoactivación. Es como si la capacidad de su nervio vagal ventral (estado de calma/seguridad) estuviese constantemente a prueba porque tiende a leer amenaza en situaciones en las que no hay peligro real.
Por eso, es muy importante que, en un proceso de sanación, se lleve la atención a las sensaciones, a las emociones y a la expresión corporal. Pues solo sintiendo, se podrá procesar y llegar a crear nuevas conexiones para que el sistema nervioso logre sentirse seguro.
Necesitamos identificar nuestras heridas, las estrategias defensivas y mecanismos de protección que desarrollamos y creamos a consecuencia de ellas. Conocer cómo influyen en nuestro sistema nervioso para, poco a poco y con suavidad, ir cicatrizando nuestras heridas e ir encontrando la seguridad.
Con este objetivo de «segurizar» nuestro sistema nervioso, en las sesiones trabajamos con prácticas somáticas y ejercicios de respiración consciente (breathwork) que te llevas a casa, entre los beneficios de esta práctica obtienes: más calma para tu sistema nervioso, menos estrés, más paz mental, conexión con tu cuerpo e intuición, autoconsciencia, autorregulación…
Conocer cómo se encuentra nuestro sistema nervioso autónomo nos ayuda a comprender a nivel biológico lo que nos sucede a nivel emocional y psicológico.
Es imprescindible aprender a gestionar nuestro mundo interno para poder gestionar nuestro mundo externo.
De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.
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