La dependencia emocional es un tema que, de un modo u otro, nos toca a todos, y en cierta medida todos dependemos de todos, nadie es absolutamente independiente. Los seres humanos nacemos totalmente altriciales: necesitamos de otro para sobrevivir.

 

*Altricial significa “que requiere alimento”, se refiere a un patrón de crecimiento y desarrollo en organismos que son incapaces de moverse por sí mismos poco después de nacer. La palabra deriva de la raíz latina alere, que significa “amamantar, criar o alimentar”, y se refiere a la necesidad de que las crías sean alimentadas y cuidadas durante mucho tiempo.

 

CÓMO CODIFICAMOS CERCANÍA Y DISTANCIA (CONEXIÓN Y AUTONOMÍA)

 

Esta experiencia de desprotección nos hace que seamos totalmente dependientes, nacemos con todo el programa de lo que vamos a necesitar, pero sin desarrollar, estamos completos, pero no concluidos. Para que este programa se desarrolle necesitamos estar en relación con un otro, y no solo en los primeros años de vida, los humanos nos alargamos mucho más, incluso en la adolescencia seguimos dependiendo en cierto modo.

Es en los primeros años de vida en los que se va a codificar nuestro estilo vincular, nuestra capacidad de andar junto a un otro sin fusionarnos, nuestra autonomía e interdependencia.

¿De qué va a depender esto? Dependerá de la calidad de nuestros primeros vínculos, y no solo de la capacidad de nuestros cuidadores de satisfacer nuestra dependencia, es decir nuestras necesidades, sino de otros factores importantes como:

  • La estructura: cómo era el sistema de organización y comunicación en la familia.
  • La estimulación: qué espacio había para la exploración, cómo se regulaba la distancia, cómo se regulaba la autonomía.
  • El contacto: cómo era la conexión en el vínculo, cómo se regulaba la cercanía, cómo eran los afectos.

El cómo se codificó esto, marcará nuestros niveles de independencia y dependencia. Y como siempre digo, ninguno de los extremos es sano. El desequilibrio está en los extremos = un sistema nervioso central bloqueado o descontrolado.

 

Durante los años en los que vivimos en una condición de absoluta dependencia, es en los que nuestro sistema nervioso central decide con qué caminos se queda. Me explico, al nacer, nuestro cerebro nace con más neuronas y conexiones de las que tendrá en su vida, a medida que crecemos y nos desarrollamos, pasaremos por periodos críticos (o ventanas de desarrollo) en los que hará poda y especialización, que no es ni más ni menos que elegir con qué se queda y con qué no, y esto lo hará a partir de todo lo que se va codificando a través de la relación de nuestros primeros años con nuestros cuidadores y figuras de referencia.

Si los seres humanos vivimos tanto tiempo en una relación de dependencia, lo natural es que, en la adultez, de alguna manera, tendamos a la dependencia en algunos aspectos. De hecho, en todas las heridas emocionales, hay un poco de dependencia, y no conozco todavía a nadie que no porte ninguna herida. Han sido muchos años en los que nos fue imposible mentalizar que existen otras formas de hacer, en los que todo era muy intenso y en los que no teníamos nuestros propios recursos.

*Mentalizar es poder verme por fuera y darme cuenta de que lo que sucede dentro no es absoluto. Peter Fonagy y Anthony Bateman, acuñaron el término “mentalización” refiriéndose a la capacidad de pensar y comprender el propio estado mental (tener una idea de lo que se está sintiendo y por qué). Esta autoconciencia se desarrolla muy temprano en la vida a través de nuestras relaciones con los adultos que nos cuidan.

 

En todos nosotros quedó esa impronta (huella) de necesitar a los padres. En nuestra infancia no tuvimos elección, dependíamos completamente de mamá o papá para sobrevivir, y para eso necesitábamos su aceptación, su aprobación, su reconocimiento y no teníamos más remedio que sobreadaptarnos.

 

Si nuestra madre era intensa, inestable, avergonzante, o desbordada emocionalmente, o si nuestro padre era violento, alcohólico, depresivo, o rígido; como niños que fuimos, no podíamos elegir otro tipo de relación, el único camino posible fue adaptarnos como pudimos o supimos a lo que nos tocó.

*Puedes ver la entrada «Hijos de padres emocionalmente inmaduros».

 

“La paz con la madre, es la madre de todas las paces. La paz con el padre, es el padre de todas las paces. Sin esta doble paz, ninguna otra paz es posible”.
– Ramón Andreu Anglada –

 

HERIDAS DE DEPENDENCIA

 

Quedarnos aferrados al vínculo de los padres, ya sea a través del reproche, del resentimiento, de la rabia, la vergüenza, la culpa, … impide que haya una sana relación con ellos, y siguiendo las palabras del psiquiatra Ramón Andreu, será imposible vivir en paz. Me iré encontrando disparadores a lo largo de toda mi vida que me recuerden y me hagan revivir la etapa en la que me encontraba más improntado (dependiente).

Las heridas de dependencia emocional se dan cuando, de alguna manera, tuvimos cuidadores o figuras de apego que fallaban. Figuras de referencia con muy mala regulación que inundaban el mundo del niño y además, el niño no pudo hacer esa diferenciación (entre su mundo y el de los cuidadores). Cuidadores que fallaban en la distancia, que tenían muchas necesidades emocionales, o fueron muy exigentes, o caóticos, … fuese lo que fuese, había algo en la experiencia del vínculo con nosotros que fallaba, los cuidadores no pudieron codificar bien la independencia del niño. El niño asumió esto como algo propio o como algo que ha quedado abierto (inconcluso).

La mayoría de las heridas emocionales (trauma), no tienen tanto que ver con lo que pasó, sino con la falta de recursos que tuvimos para solucionarlo. Y si no tenemos los recursos es porque no generamos los recursos adecuados en la etapa crítica. ¿Y cuál es el recurso básico? El que nos ayuda a salir de todo (o casi todo), tener una buena regulación, la cualidad más buscada y deseada de nuestro sistema nervioso central, eso es lo que todos queremos y necesitamos: equilibrio, calma y tranquilidad.

Se traduce en: “ahora las cosas son así, pero confío en que pasarán”, “está pasando esto, pero sé mantener la calma”, “me siento mal, pero se me pasará”.

 

Las heridas de dependencia también pudieron surgir cuando tuvimos unos padres excesivamente perfectos, muy exitosos, con perfecta apariencia, … y el niño se quedó siempre por debajo, sintiéndose insuficiente, sin poder estar a la altura de sus cuidadores.

En el otro extremo, cuidadores que no se pudieron idealizar, tan notablemente defectuosos que el niño no los pudo admirar. La traducción para el niño fue: “si vengo de algo defectuoso, soy defectuoso”. En estos casos, el niño acumula mucha rabia, no es capaz, no sabe o no puede expresar su descontento, su malestar o disconformidad y mucho menos si se trata de una familia que falla en la comunicación y en la regulación emocional.

Algo muy característico en la dependencia emocional es mucha rabia acumulada, y esa rabia estará:

  • Proyectada (hacia afuera: “es que tú”)
  • Introyectada (hacia adentro: “es que yo”)

 

La insatisfacción (el nunca es suficiente) y la queja están muy ligadas a la rabia introyectada.

  • En la queja: ¿Quién no se enteró de lo que te pasaba para que hoy te quejes de todo con todos?
  • En la insatisfacción: ¿Qué es eso que estás esperando y que nunca llega?

 

Todo lo relacionado con la dependencia emocional tiene que ver con nuestra etapa de dependencia. Venimos apegados y el objetivo es desapegarnos, venimos dependientes y el objetivo es volvernos autodependientes. Si este proceso no se ha construido bien, nos inclinaremos hacia la dependencia o hacia la independencia.

Quien asegura querer estar siempre solo, está sobreactuando (consciente o inconscientemente), algo pasó muy doloroso con otros que codificó “mejor solo”; ahí también hay herida, probablemente con creencias del tipo: “en la conexión está el peligro”, “no puedo confiar en nadie”, “si dejo que te acerques me harás daño”, “nunca habrá nadie ahí para mí”, …

Cuando este proceso de estar apegados a desapegarse se ha construido de forma correcta y sana, se experimentará como: “es normal que no le guste a todo el mundo y eso no dice nada malo de mí”, “yo te elijo y si no me eliges me dolerá, pero lo aceptaré y estaré bien con eso”, “prefiero que me acepten, pero si no lo hacen yo estaré bien conmigo”, “me gustaría que las cosas me salieran bien, pero si fallo no pasa nada”, “si te vas eres libre, lo aceptaré, quizás con pena, pero me recompondré”, …

Las personas dependientes no pueden elegir porque “necesitan”. Viven inmersos en juegos de proyecciones y contra-proyecciones: “como no me valido busco todo el tiempo que me validen fuera”, “como yo no me elijo haré lo necesario para volverme imprescindible para otros», “como no me valoro te idealizo”, “como no me ocupo de mí toda mi energía está en ocuparme de ti”, “como no aprendí a estar conmigo no sé estar sin ti”, etc.

 

Estas estrategias de supervivencia (protección) pueden ser muchas y muy variadas, la persona dependiente siente con ellas, que de alguna manera tiene control, pero en realidad perpetúa su necesidad de que el otro la necesite y se quede, porque cuando fue pequeña y no podía elegir, quienes tuvieron que generar en ella el “tú eres capaz”, “eres valiosa” o “inténtalo”, no lo hicieron bien.

 

Pudo ser por exceso o por defecto, porque eran muy exigentes o porque no la miraban nunca. Quienes tuvieron que acogerla y nutrirla emocionalmente, quienes tenían que decirle “no, porque te quiero” o si tuvieron que darle la razón, no lo hicieron.

En la dependencia emocional se interpreta con la misma totalidad y universalidad que lo hace un niño, es tu niña herida la que está al mando. Cuando has podido desarrollar la capacidad de mentalización eres capaz de darte cuenta de que lo que experimentas, es solo eso, una experiencia: una sensación, un pensamiento, una emoción… no es la totalidad de todo lo que ocurre y ocurrirá, ni de todo lo que soy.

 

Otro aspecto muy característico de la dependencia emocional es la inseguridad, y tiene su origen, cómo no, en la infancia. Normalmente viene de haber tenido padres o cuidadores poco predecibles, confusos, inestables y no confiables. Nuestra manera de percibirnos a nosotros mismos y al mundo, son el resultado de cómo fuimos atendidos durante nuestros tres primeros años de vida (especialmente el primero), cuando todo lo que vivimos era filtrado y regulado por nuestro cuidador principal. La calidad y la calidez del filtro, marcan profundamente nuestra construcción interna y modelan nuestra conducta externa.

 

Aprender a confiar en nosotros, a menudo pasa por:

  • Revincularnos con un adulto confiable y seguro.
  • Reconciliarnos con nuestros padres. (Reconciliarse con ellos no es estar con ellos, puedes incluso no tener ninguna relación. Pero debes haber podido encontrar ese lugar en el que todo está bien aún estando roto para poder seguir).
  • Reparenting. Aprender a escuchar nuestras necesidades y cubrirlas.

 

El no haber conocido la experiencia de amor incondicional en la infancia, puede llevarnos a perseguir ansiosamente su búsqueda a lo largo de la vida y a evitar el abandono emocional a toda costa, para alimentar la ilusión de ser amados y reforzar una frágil sensación de valía personal.

 

Llegamos a la adultez con esa ansiedad vincular y voracidad afectiva como forma de cubrir nuestras propias carencias. Una dependencia insana con la que ponemos al otro en un pedestal y como el centro de nuestra vida, olvidándonos de nosotros mismos y del resto de áreas de nuestra vida.

En este punto debemos preguntarnos: ¿cuánto hay de amor y cuánto de miedo en esa relación?

 

Si quieres seguir indagando en ti y comenzar a trabajar por tu cuenta en tus heridas de dependencia, te propongo varias formas de hacerlo:

Enfocado a relaciones tóxicas y dependencia emocional (ebook PDF descargable): «Amores adictivos. Cómo superar la dependencia emocional»

El combo perfecto para trabajar con tu niña interior en las relaciones (ebook PDF descargable): «Heridas de infancia. Manual de sanación» y «Heridas de apego. Cómo aprendí a vincularme y cómo desparenderlo»

El trabajo completo, apego, dependencia, regulación emocional y heridas de infancia (Libro tapa blanda): El manual de autosanación «Herida. Comprender y sanar a mi niña interior». Un viaje a tu interior que se compone de 30 capítulos y 13 anexos. 594 páginas que te ayudarán a identificar tus propias capas de dolor, de qué se compone cada una de ellas, que entiendas la función que cumplieron y de qué te intentaron e intentan proteger, qué las detona y cuál es su secuencia.

 

No se trata de culpables, se trata de hacernos conscientes de lo que nos faltó o sobró, revisar de dónde vienen algunos mecanismos que nos generan sufrimiento y re-educarnos (reprogramarnos). Hoy podemos hacerlo diferente.

 

De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.

Un abrazo.

 

Te acompaño en tu proceso: Te acompaño en ese viaje hacia lo más profundo de ti, a ir soltando todo lo que no te pertenece, a ir poniendo luz a esas partes que tuviste que esconder, ir renunciando a la esclavitud de la aceptación de otros, volver a sentirte segura siendo tú. Sentirte adulta, aceptarte y poder darte la incondicionalidad legítima que un día quizás no recibiste y que aún hoy estás necesitando. Pregúntame sin compromiso.

¡Únete al canal de TELEGRAM! Un espacio en el que te compartiré herramientas y recursos para reflexionar, crecer y evolucionar juntas. Espero que se convierta en esa ventana donde poder encontrar un poquito de luz que ilumine allá donde más oscuro se ve.

Conoce todas las herramientas y recursos que he creado para ti. Comienza el camino del autoconocimiento, aprende a indagar en ti, a observarte, escucharte, atenderte… Comprende porqué ves el mundo como lo ves y todo lo que puedes hacer al respecto. Tienes todo en la pestaña «recursos».

Suscríbete a la newsletter y descárgate el método«El camino de regreso a mí. un viaje de vuelta». Con este método, te invito a no quedarte en lo obvio, a leer entre líneas, a rascar en la superficie y mirar qué hay detrás de todo lo que te rodea, de tus reacciones, de las experiencias y situaciones que repites y se repiten en tu vida.

Recuerda que en Instagram y Facebook te comparto herramientas a diario.

Puedes escucharme en «SOY HUMANA», el podcast de @tucambiocomienzaaqui en el que cada semana hablamos de todo aquello que nos preocupa a diario y que de alguna manera nos impide ver todo aquello que sí funciona, que sí va y que sí tenemos. En cada episodio hablamos de cómo lidiar con todo eso que, de alguna manera nos bloquea, nos limita y nos hace olvidar que somos human@s.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle información relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Leer Más