Si te atormentan las creencias como «no valgo», «no soy capaz», «no merezco», si sientes un gran vacío, si buscas reconocimiento de los demás, puede que tengas una herida de desvalorización.

 

¿Cómo se forma la herida de desvalorización?

 

Aprendemos a «vernos» y nos conocemos a través de nuestros padres/cuidadores y figuras de referencia, de manera que, aprendemos a valorarnos, o a no hacerlo, a través de ellos. ¿Cómo? Por la forma en la que nos tratan, nos hablan, nos demuestran afecto, hablan de nosotros, tratan a los demás (y comparamos)…
Esto pudo ocurrir de forma explícita (descalificaciones, insultos…) o de forma más implícita (comparaciones, ausencia de reconocimiento…)

Hay situaciones a las que nos hemos acostumbrado, las hemos hecho “normales”, pequeñas negligencias como por ejemplo: que no nos tomen en cuenta, que nos critiquen abiertamente, que nos hagan de menos, que minimicen nuestras preocupaciones… Todo eso va sumando y nos va debilitando (nuestro cuerpo tiene memoria, el cuerpo lleva la cuenta), y mucho más viniendo de personas significativas a las que damos máxima credibilidad. Este engaño nos brinda la esperanza de que si cambiamos, si nos adaptamos, si nos convertimos en lo que ellos quieren (en lo que interpretamos que ellos quieren), nos querrán.

 

Si nunca hemos sentido amor, creemos que eso es lo que hay y nos conformamos porque no sabemos que existe otra cosa diferente.

 

Sin embargo, nuestro cuerpo sí lo sabe, lo nota; nuestra intuición avisa de que algo no anda bien. Si además, aparece en nuestra vida en algún momento un adulto amoroso que nos muestre su amor, nos pondrá en contacto, por contraste, con lo que no tenemos. La constatación dolorosa del «no soy querido». El niño, llega a la conclusión de que no es válido, no es digno de amor y/o no es suficiente.

Esa falta de amor nos lleva a no sentirnos aceptados y apreciados como somos, lo que nos hace a su vez dudar de nuestra propia valía y nos conecta con la emoción de vergüenza (hay algo mal en mí) y con la culpa (lo que hago está mal). Cuando no recibimos afecto, atención, amor, aprecio, nos avergonzamos de nosotros mismos y nos dividimos internamente: nuestro auténtico ser se oculta y empezamos a desarrollar una máscara social (o varias).

La herida de desvalorización está presente en otras heridas, como por ejemplo en la herida de abandono, el niño puede concluir que si lo abandonan (física o emocionalmente) es porque no vale para que lo quieran (no es válido). En la herida de rechazo puede concluir que no es digno o suficiente.

 

De hecho, la herida de desvalorización es una consecuencia de las heridas de nuestra infancia.

De forma racional y desde tu yo adulto presente, puedes pensar que sí eres válida, que sí eres suficiente y que sí eres digna de amor; sin embargo, esta herida va acompañada de una profunda creencia de insuficiencia, que fue la conclusión a la que llegó tu niñ@ (tu parte herida) y tiene un gran componente emocional.

*No podemos sanar las heridas desde la mente, necesitamos conectar con el cuerpo y con nuestra emocionalidad.

 

Las creencias involucradas en esta herida son del tipo: «Yo no valgo», «Yo no puedo», «No soy capaz», «Yo no merezco». Estas creencias se viven como algo muy incorporado en ti, casi parte de tu identidad, no se trata de un simple pensamiento, te definen. La herida de desvalorización impacta en la relación que tienes contigo misma, en tu autoestima y autoconcepto. Se convierte en la forma en la que piensas de ti, la forma en la que hablas de ti, en el cómo te tratas y en cómo actúas.

Va más allá de lo que pienses de forma consciente, se trata de un sentimiento profundo que se puede manifestar en forma de autoabandono, tristeza profunda, dependencia y codependencia emocional, hipergenerosidad, autoexigencia, perfeccionismo, vacío … Y otras tantas formas de AUTOODIO.

Esta herida suele ir acompañada de una búsqueda constante de reconocimiento de los demás (a veces casi obsesiva), como si quisieras que los demás te mostraran tu valía y llenaran ese vacío que sientes. Esto puede afectar gravemente tus relaciones (no solo las de pareja), puesto que esta sed de reconocimiento te dificulta establecer vínculos desde la autenticidad (te relacionas desde la herida).

Nos mantiene viviendo en el «HACER» para compensar lo poco que consideramos «SER».
El «modo hacer» te mantiene en automático inmersa en tareas y acciones que buscan el reconocimiento externo. Te mantiene desconectada de tus necesidades y deseos. El «hacer» nunca termina, nunca es suficiente porque el reconocimiento que te falta es el tuyo propio, ese que reconoce quien eres (SER) y no lo que haces (HACER).

 

¿Cómo comienzo a sanar?

 

El primer paso para sanar la herida de desvalorización es reconocerla en ti, y hacer esto implica conectar con ese dolor del que probablemente te hayas acostumbrado a huir, tapar o camuflar. El dolor solo se pasa atravesándolo, sintiéndolo. Resistirte a él es no aceptar una parte de ti que necesita ser vista, atendida y cuidada. El no aceptar alguna parte de ti es igual a no aceptarte.

Cuando te permites atravesar el dolor le pones una fecha de fin, la que tú necesites, el tiempo que tu proceso personal requiera. Sin embargo, vivir camuflándolo, es revivirlo cada día, es darle intensidad y es vivir con miedo a que el sentimiento al fin «descorche». Por otro lado, invitamos a la dolorosa vergüenza porque, vivir ocultándote, significa enviarte cada día el mensaje inconsciente de «hay algo malo o defectuosos en mí». Tenemos que cerrar los asunto pendientes, cerrar lo inconcluso.

 

¿Qué piensas sobre ti?
¿Cómo hablas de ti?
¿Qué te permites?
¿Qué NO te permites?
¿Cómo te demuestras amor?
¿Cómo te tratas?
¿Cómo permites que te traten?
¿Te permites expresar tu opinión?
¿Te permites expresar lo que sientes?
¿Te permites recibir afecto?
¿Cómo de exigente eres contigo?
¿Cuánto espacio dejas para ti, para lo que te gusta y lo que quieres?

 

Sólo cuando dejes caer todas esas capas (esa fachada con la que aprendiste a sobrevivir a tu dolor), es que podrás VER tu herida, reconocerla y comenzar el trabajo que te devuelva tu sentimiento de suficiencia, de dignidad y de valía.

Este trabajo comienza por conocerte, desde una mirada limpia, desprovista de etiquetas y juicios que no te permiten contemplar quién eres realmente.

Trabajar en tu diálogo interno, cuidando las palabras con las que te defines y te hablas.

Comenzar el camino de vuelta, volver a conectar contigo y devolverte tu amor y presencia, es un proceso que puede ser doloroso, trazar la ruta de vuelta pasa por conocer el camino por el que te «perdiste a ti misma», un proceso en el que necesitamos mucho MAITRI.

Maitri, una palabra del sánscrito utilizada en el budismo, es una práctica, una actitud hacia uno mismo: «Amistad incondicional hacia uno mismo».

El maitri impulsa la autoindulgencia, la autocompasión y la amistad incondicional con nosotros mismos. Busca mirar hacia nuestro interior con compasión, para poder vivir así con bondad, gentileza y paz.

Este proceso de contemplación interior empieza con una mirada compasiva hacia aquello que emerge mientras vamos tomando conciencia de lo que somos y hacemos, es autovaloración y autoaceptación plena.

Al principio requiere de una práctica intencional para que termine siendo nuestra forma de vivir y de relacionarnos con nosotros mismos (y por ende, con los demás).

Para sanar, necesitamos de una persona fiable que nos escuche y responda a nuestro dolor. El contacto con una persona fiable y segura favorece que se bajen «las defensas» y permitamos que afloren a la conciencia las emociones y sentimientos amenazantes. Esto nos hará traer de la memoria escenas dolorosas, pero una vez que podamos afrontarlas, describirlas y liberarlas, van a permitir que se puedan integrar las diferentes partes que se habían separado o dividido para contener el dolor. Esta figura amorosa es en la que se tiene que transformar nuestro “yo adulto” para nuestro niño interior.

 

  1. Identifica a tu niño herido. ¿En qué formas se manifiesta?
  2. Entiende sus circunstancias. ¿Qué tuvo que vivir?, ¿Cómo lo interpretó?, ¿Cómo se sintió?, ¿Qué tuvo que hacer para «sobrevivir»?
  3. Libera las emociones. ¿Cuál es su mayor dolor?, ¿Qué se quedó esperando?, ¿Qué necesita?
  4. Entender sus vacíos. ¿Qué figura amorosa le habría hecho falta?, ¿Cómo le hubiese gustado que actuarán sus figuras significativas?
  5. Comprometernos con nuestro niño interior. Ser para él, el adulto amoroso que necesitaba en aquel momento. Proporcionarle aquello que se quedó esperando y eso que necesita. Ser su padre/madre ideal (REPARENTING)
  6. Integrarlo en nosotros. Forma parte del todo que somos, sin división.

 

Si te has sentido identificada de alguna forma con este artículo,  aquí te dejo dos libros que te resultarán de ayuda:

  • «Los dones de la imperfección» – Brené Brown
  • «El fin del autoodio» – Virginia Gawel

 

De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.

Un abrazo.

 

Ya está a la venta «TRABAJAR EN MÍ». Una guía que te ayuda a identificar y transformar cada uno de los comportamientos y conductas que te vienen saboteando, en recursos que te impulsen y te ayuden a ver tu realidad desde otro lugar.

¡Únete al canal de TELEGRAM! Un espacio en el que te compartiré herramientas y recursos para reflexionar, crecer y evolucionar juntas. Espero que se convierta en esa ventana donde poder encontrar un poquito de luz que ilumine allá donde más oscuro se ve.

Te acompaño en tu proceso: TÚ eres única y tu proceso es tratado de manera individualizada a través de las sesiones personales nos ocuparemos de resolver tu problema y llegaremos a la raíz que lo causa. Tú pones el objetivo. Yo pongo la estrategia y el método. Te acompaño en tu proceso de transformación e iremos definiendo juntas cada paso, no estás sola. Pregúntame sin compromiso o agenda tu sesión de valoración gratuita.

Conoce todas las herramientas y recursos que he creado para ti. Comienza el camino del autoconocimiento, aprende a indagar en ti, a observarte, escucharte, atenderte… Comprende porqué ves el mundo como lo ves y todo lo que puedes hacer al respecto. Tienes todo en la pestaña «recursos».

Suscríbete a la newsletter y descárgate el método«El camino de regreso a mí. un viaje de vuelta». Con este método, te invito a no quedarte en lo obvio, a leer entre líneas, a rascar en la superficie y mirar qué hay detrás de todo lo que te rodea, de tus reacciones, de las experiencias y situaciones que repites y se repiten en tu vida.

Recuerda que en Instagram y Facebook te comparto herramientas a diario.

Puedes escucharme en «SOY HUMANA», el podcast de @tucambiocomienzaaqui en el que cada semana hablamos de todo aquello que nos preocupa a diario y que de alguna manera nos impide ver todo aquello que sí funciona, que sí va y que sí tenemos. En cada episodio hablamos de cómo lidiar con todo eso que, de alguna manera nos bloquea, nos limita y nos hace olvidar que somos human@s.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle información relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Leer Más