En este artículo te comparto una parte del capítulo 0 de «Herida. Comprender y sanar a mi niña interior», un capítulo que bien podría tratarse de una advertencia y a la vez, de un mensaje de esperanza y aliento para todo aquel que comienza, desea comenzar, o ya está inmerso en su ciclo de sanación.

 

CAPÍTULO 0 – ANTES DE EMPEZAR

 

Todo el mundo puede sanar, pero tienes que saber que no siempre estamos en el momento. Enfrentarnos a nuestra parte más oscura y hacer contacto con esas partes incómodas y dolorosas, muchas veces, requiere de tropezarnos y caernos unas cuantas veces más.

Hay quienes necesitan “tocar fondo” y llegar a ese “no puedo más”, hay quienes necesitan repetir un poco más sus patrones para “darse cuenta” de que están ahí, están los que necesitan consolidar la decisión de comenzar el ciclo de sanación… Cada uno tenemos nuestros tiempos y nuestros tempos.

Todos llegamos a la adultez, en mayor o menor medida, con esquemas, programas y mecanismos disfuncionales aprendidos y creados en nuestra infancia. Fueron nuestra forma de adaptarnos y de sobrevivir a los entornos familiares que nos tocaron vivir. Esos programas siguen operando hoy de forma inconsciente en nuestro presente, limitándonos, saboteándonos y haciéndonos repetir una y otra vez las mismas situaciones.

De alguna manera, es nuestra niña interna herida la que lleva el mando de nuestra vida, creando escenas y experiencias similares a las que vivió queriendo darles un nuevo final. Y esto solo se consigue resignificando su historia, tu historia. Es tú adulta de hoy la que tiene la responsabilidad de hacerse cargo de esa niña interna, de crear una relación de armonía para ambas, en la que la niña confíe en la adulta para poder transmitirle las necesidades que no le fueron satisfechas. Solo cuando nuestra adulta es capaz de conectar con todas y cada una de las versiones de nuestra niña herida (la huidiza, la ansiosa, la insegura, la asustada…) es que podemos resignificar nuestra historia y reprogramarnos.

El trabajo para sanar nuestra niña interna puede resultar agotador. Entiende que hemos hecho parte de nuestra identidad todos esos mecanismos y estrategias defensivas; aprendimos a vernos, a pensarnos, a pensar a los demás y el mundo, a través de las experiencias que vivimos de nuestra infancia. Nos creamos una serie de certezas internas que ponerlas en tela de juicio hoy y deshacernos de ellas requiere de muchísima energía. Es un proceso gradual que implica superar resistencias profundas. Todos esos aspectos que viven en ti y que tu niña creó para protegerse, se opondrán con todas sus fuerzas porque no quieren soltar los mecanismos que le han ayudado a sobrevivir, que les calman y les aportan seguridad. Por eso, tu decisión de emprender tu ciclo de sanación debe ser firme y sólida, si estas comprometida contigo y con tu proceso lo lograrás.

Es imprescindible que la adulta que eres hoy se convierta en el sostén y el refugio emocional de esa niña que vive en ti, la niña que fuiste. Validar sus emociones y atender sus necesidades. Establecer el hábito de contactar a diario con esa niña, con cada una de sus partes heridas y convertirte en el padre y la madre que hubiera necesitado tener.

Este proceso también incluye desarrollar una autoridad interior, que junto con nuestra parte más amorosa que la sostiene en su dolor, en su abandono, que no la juzga y la valida, sea la que ponga sanos límites y aporte estructura a esos aspectos infantiles manipuladores, maleducados, caprichosos y boicoteadores.

Tambalear toda esa estructura sobre la que te venías sosteniendo pondrá en marcha toda una serie de mecanismos de autoprotección que tu niña herida desplegará con la firme creencia de estar protegiéndose (y protegiéndote). Porque sí, aunque no lo creas, detrás de todos esos comportamientos y conductas automaltratantes y autosaboteadoras, se esconde una intención positiva, tu niña herida se protege de la vergüenza, del fracaso, de la humillación, del rechazo… Se protege de su herida, que sea cual sea, evita volver a sentir ese dolor.

Las conductas con las que intenta protegerse (y protegerte), toman formas muy variadas de autosabotaje, automaltrato, autodestrucción, autorrechazo y más formas de autoodio con las que paradójicamente, lejos de alejarte del dolor, te sumerge en un intenso sufrimiento: pensamientos autodestructivos, adicciones varias, hiperresponsabilidad, complacencia, autoexigencia, perfeccionismo, autoabandono, autorrechazo… Créeme que tu niña solo intenta alejarse de su dolor, asegurarse la supervivencia, y eso lo consiguió a través de todos esos mecanismos que tuvo que crear y que en su día le sirvieron para continuar. Hoy le aportan seguridad y le ayudan a autorregularse.

El trabajo de tu yo adulto, es el de identificar todas esas estrategias y mecanismos de protección, conectar con tu niña y comprender su dolor para decirle que hoy ya no está en peligro, que todos esos mecanismos ya no son funcionales, ya no los necesita. Hoy cuenta con tu compañía y con todos los recursos que habéis aprendido por el camino. Es hora de elaborar otras formas de protección. Tendrás que llegar a ciertos acuerdos con cada uno de los aspectos de tu niña herida, aspectos que conforman todos esos yoes que conviven en tu interior: tu yo más celoso, tu yo envidioso, el exigente, el manipulador, el controlador, el caprichoso, el que se queja, el perezoso… debes ponerte al mando, dejar claro que hoy tú estás al mando. Con mucho amor y compasión, pero también con disciplina y firmeza.

Trabajar en la educación y domesticación de todos esos aspectos (todos tus yoes), requiere de su reconocimiento, es decir, hacerte consciente de que son parte de ti, no eres tú, pero sí son una parte del todo que eres. No será fácil aceptar como propios todos esos aspectos que hemos reprimido y rechazo por tanto tiempo, todo eso que conforma nuestra sombra personal. Esos aspectos que han estado llamando nuestra atención a través de otros (proyección). Mira esos aspectos que rechazas profundamente de tu madre y de tu padre, porque muchos están en el mismo agujero negro en el que escondes las demás partes inaceptables de ti y junto a ellos, todos esos comportamientos y conductas que no soportas de los demás.

Tener conciencia de nuestra sombra es un difícil reto moral, un conocimiento doloroso de adquirir, que comienza con “querer darse cuenta” de nuestra parte negativa que el ego ha rechazado: nuestra maldad, avaricia, codicia, envidia, celos, pereza… para así hacer conscientes nuestros conflictos inconscientes. Solo así podremos aprender a adueñarnos de nuestras proyecciones y recobrar toda la energía y fortaleza que oculta nuestra sombra. Cuando descubrimos nuestro lado oscuro, empezamos a relacionarnos con nuestro inconsciente y vamos reorganizando nuestra personalidad y expandiendo nuestra identidad.

No siempre estamos preparadas para enfrentar ciertos aspectos de nosotras, no siempre estamos preparadas para enfrentarnos a nuestro dolor, puede que aún necesitemos más madurez o cometer más errores. Pero mientras tanto intentemos por favor, no hacernos más daño del que ya traemos de serie y hagámonos cargo.

 

“La mejor tierra para sembrar y hacer crecer algo nuevo otra vez, está en el fondo. Tocar fondo, aunque sea extremadamente doloroso, es también el terreno de siembra” – Clarissa Pinkola

 

Si estás en el momento de emprender tu ciclo de sanación, deseo que este libro (HERIDA) te sirva de apoyo y de refugio; y si sientes que aún no estás preparada, deseo que este libro te ayude a estarlo. Como te decía al inicio de estas palabras, hay quien necesita “tocar fondo” para emprender su viaje de sanación.

De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.

Un abrazo.

 

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Te acompaño en tu proceso: Te acompaño en ese viaje hacia lo más profundo de ti, a ir soltando todo lo que no te pertenece, a ir poniendo luz a esas partes que tuviste que esconder, ir renunciando a la esclavitud de la aceptación de otros, volver a sentirte segura siendo tú. Sentirte adulta, aceptarte y poder darte la incondicionalidad legítima que un día quizás no recibiste y que aún hoy estás necesitando. Pregúntame sin compromiso.

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