La imagen del Niño Interior es un símbolo mental, que conecta directamente con todos nuestros recuerdos infantiles, representa la «emocionalidad».
Nuestro niño interior es una memoria almacenada en nuestra mente y cuerpo que guarda todas las impresiones fuertes que nos afectaron, las frases que se nos grabaron, la exigencia que nos agobió, las necesidades que no fueron satisfechas, pero también el amor que recibimos, los juegos y los recuerdos entrañables… Esta memoria tiñe y colorea las gafas a través de las cuáles hoy miramos y percibimos nuestro mundo.
Si nuestras relaciones en la infancia fueron inseguras, es decir, si nuestras necesidades no fueron cubiertas, se creó una herida en nuestro niño interior con la crecimos y con la que aprendimos a sobrevivir. Estas heridas son hoy de adultos, las que marcan y condicionan la forma en la que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.
Nuestra herida se activará mucho más, cuando alguien nos toque allí donde dolió, cuando alguien «me confirme» alguna de las creencias que me he conformado en base y a causa de esa herida.
Señales de que tu niño interior está herido:
- Falta de confianza, tanto en uno mismo como en otros.
- Inseguridad y creencias de no merecimiento.
- Dificultad para expresar las emociones.
- Falta de límites y líneas de dignidad.
- Dependencia en las relaciones.
- Priorizar las necesidades de los demás a las propias.
Las necesidades básicas de un niño son ser visto, ser escuchado y sentirse que puede expresarse como es. Esas necesidades deberían de ser cubiertas por nuestro padre-madre o esas figuras parentales que teníamos en nuestra niñez. La realidad es que no todos tuvimos en nuestra crianza esas necesidades satisfechas y esto conlleva a que seamos adultos desconectados de nuestras necesidades.
Como adultos tenemos la oportunidad y la responsabilidad de volvernos nuestros propios padres y cubrir todas esas necesidades afectivas y físicas no satisfechas.
A veces, necesitamos volver simbólicamente a ese momento de dolor, acompañar y abrazar a ese niño, adolescente o joven que se sintió lastimado, desatendido y desprotegido.
¿Cómo me doy eso que me faltó?
Paso 1
Ser conscientes de que tenemos una herida. Hacer como que no duele o que no fue para tanto, es un mecanismo de defensa. Es importante observar la herida desde el niño que fuimos para facilitar la conexión con la emoción que evitamos, una vez conectada con la emoción, reconoce la herida, siéntela y valida lo que siente tu niño interior, reconoce lo importante que fue para él.
Paso 2
Observar y escuchar. Observa como se activa y aparece ese niño herido cuando te tocan en la herida, escucha lo que le duele. ¿Qué me está dañando tanto?, ¿Qué es lo que temo?, ¿Qué me genera tanto miedo?, ¿Cuándo me sentí así por primera vez?, ¿A qué situación me recuerda?
Paso 3
Validar. Valida las emociones de tu niño interior. Comprende cómo se siente y el por qué. Es importante darle la atención que quizás un día le faltó. Conecta con tu niño interior como si fuera de carne y hueso. Hazle saber que comprendes como se siente y que está bien que así se sienta, sin juicios y recordándole que hoy te tiene a ti para apoyarle y sostenerle.
¿Te das permiso para sentir tus emociones sin juzgarte?, ¿Cómo te hablas?, ¿Te criticas?
Paso 4
Reparenting. Vuélvete tu propia madre y padre. Trata a tu niño interior como si fuera de carne y hueso. No solo para atender sus necesidades y darle amor, cariño y comprensión, sino también para educarle y ponerle sus límites. A veces nuestra niña interior se vuelve caprichosa, quejica y patalea, enseñale a gestionar sus emociones, a hablarse de forma comprensiva y amorosa o lo que sea que necesite aprender.
Si no sabes reconocer tus heridas, no tienes los recursos suficientes o no sabes por dónde comenzar, consulta con un profesional.
Crea una relación en armonía entre tu yo adulto y tu niño interior, solo así estará en equilibrio RAZÓN Y EMOCIÓN.
Nuestro niño interior nos aporta muchísima información que guardamos en nuestro inconsciente y que está operando en forma de automatismos y patrones. Trabajar con esta herramienta es fundamental para sanar nuestro mundo emocional.
De corazón espero que todo lo que te comparto te ayude a encontrar un poquito de luz y de paz.
Un abrazo.
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