«A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias.»
Viktor Frankl – El hombre en busca de sentido.
Hay veces en las que la vida nos plantea grandes retos que escapan a nuestro control: enfermedades, pérdidas, crisis mundiales, catástrofes naturales… Nos cuesta reconocer y aceptar que en la vida operan reglas y leyes que escapan a nuestro entender y a nuestro «poder».
A veces, debemos permitirnos caer, no por tirar la toalla, no por abandonarnos sino para minimizar el golpe y ahorrarnos un mal mayor.
Se nos pueden presentar circunstancias ante las que lo único que podemos hacer es ACEPTAR y elegir una actitud que nos permita afrontar la situación de la mejor manera posible.
Esto no es otra cosa que dejar de luchar contra lo inevitable, contra aquello ante lo que no podemos cambiar, RENDIRNOS ante una realidad que no podemos controlar.
- ¿Qué es lo mejor que puedo hacer ante esta realidad?
- ¿Cuál es mi mejor versión dadas estas circunstancias?
Puede sonarte muy «trillado», de hecho, ¡lo está! Pero nuestra actitud es lo que siempre, SIEMPRE podemos elegir, incluso hay ocasiones en las que es lo único.
NO importa los «hubiera hecho» y los «y si..». La vida simplemente está sucediendo y es por eso que se vuelve necesario aprender a recibir el golpe. Como cuando te van a poner una inyección y te dicen «relaja, relaja» o como cuando vas a recibir un golpe en el estómago y te dicen «¡aprieta!».
Debemos discernir entre las circunstancias en las que puedo influir y entre las que no tengo nada que hacer salvo vivirlas y trascenderlas de la mejor manera posible. Aprender a recibir el golpe sería como diferenciar entre, cuando es conveniente «relajar» y cuando lo es «apretar».
¿Qué hacer ante lo inevitable?
1. Aprender a distinguir entre mis asuntos y los asuntos de la vida. La vida no entiende de lo que es justo o no, ni de merecimientos.
2. Dejar de culparnos pensando que podríamos haber hecho algo. Esto inflama el dolor de la situación y nos añadimos un sufrimiento innecesario. Recuerda que la culpa viene de la mano del autocastigo.
3. Dejar de luchar contra lo que es, por ser como es. Es un desgaste físico y emocional que nos impide ver lo que sí podemos hacer. Mientras luchamos no estamos creando ni planificando. O luchas o creas soluciones.
4. Permitirnos no poder hacer nada por cambiar la situación. Asumir que hay variables que no controlamos, fuerzas más grandes que la nuestra. Aceptar lo inevitable.
5. Identificar lo que sí puedo hacer para afrontar la situación de la mejor manera posible. Minimizar los daños y el dolor.
6. Sostenernos en nuestra vulnerabilidad. Aceptar lo inevitable cuesta y puede ser doloroso. Permítete estar mal, un tiempo de recogimiento puede ser necesario pero intenta que no se alargue en el tiempo, «las penas compartidas se vuelven la mitad».
7. Dar espacio a lo que acontece. Hay veces en las que es necesario dejar pasar la tempestad para poder actuar. Quizás ahora no es momento de hacer nada pero cuando todo pase sí.
8. Escuchar nuestro interior. Ante lo inevitable nuestra intuición se agudiza. Apagar el ruido mental nos permitirá escucharla.
9. Apoyarnos en nuestros seres queridos. Sentir el confort y el alivio que nos aportan los seres queridos. Somos humanos y mamíferos, el contacto con los nuestros es necesario.
10. Recomponernos. Cuando sea el momento, sin forzarnos pero sin esperar demasiado tiempo. Juntar los trocitos de eso que se nos rompió poco a poco, con amor, con cariño, con paciencia…
11. Integrar los aprendizajes. Para crecer, evolucionar y prepararnos para futuros posibles retos.
- ¿Qué puedo aprender de esta situación?
- ¿Qué me ha enseñado esta experiencia?
No tenemos el control de todo, luchar contra lo inevitable solo nos trae más sufrimiento y más dolor. No somos seres «todo-poderosos», somos «humanitos» aprendiendo a jugar con las cartas que nos dio la vida.
De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.
Un abrazo.
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