¿Alguna vez te has sentido abrumada o inundada por tus emociones?, ¿Alguna vez te has quedado atrapada en una emoción?, ¿Eres capaz de reconocerlas y ponerles nombre?, ¿Sabías que se ha establecido un listado de 250 emociones?

Para aprender a gestionar tus emociones, debes abrirles la puerta y darles el espacio que merecen. Tus emociones hablan de ti, de tus necesidades presentes, de las necesidades no atendidas, de tu mundo interior, de lo que se mueve dentro respecto al exterior, de lo que te cuentas acerca de lo que pasa…

Todas y cada una de ellas aparecen en respuesta a una situación para avisarte de algo importante que está pasando y que requiere tu atención. Nos ayudan a responder de la manera más adecuada ante las situaciones que se nos plantean en la vida, tanto las más cómodas y placenteras como las que nos resultan incómodas y dolorosas. Surgen ante un estímulo externo (algo pasa en tu entorno, una noticia, una experiencia) y ante un estímulo interno (un recuerdo, imaginando el futuro).

AUTOCONOCIMIENTO EMOCIONAL – 6 CLAVES

 

1. AUMENTA TU VOCABULARIO EMOCIONAL

Cuantas veces nos preguntan «¿Cómo estás?» y la respuesta automática es del tipo: tirando, bien, luchando, ahí vamos, sobreviviendo…

Generalmente nos quedamos en las emociones básicas: Alegría, sorpresa, ira, miedo, tristeza y asco. Pero debajo de cada una de éstas hay más capas de posibilidades, y es muy importante hacer esta distinción porque las medidas que tenemos que tomar para afrontar cada emoción son diferentes. La mayoría de las personas somos analfabetas emocionales y si no conocemos las emociones, si no sabemos qué nombre ponerle a lo que sentimos, entonces tampoco podemos diseñar una solución a la medida.

 

2. RECONECTA CON TU CUERPO

Nuestra mente y cuerpo están tan conectados que podemos aprender a relacionar sensaciones físicas con emociones, «nuestro cuerpo habla», ¿Dónde siento el miedo?, ¿En qué parte de mi cuerpo siento la vergüenza? Muchas emociones son inconscientes, primero las sentimos físicamente y luego atraviesan a la conciencia. Estar en sincronía con nuestro cuerpo para identificar nuestras emociones es casi como magia.

 

3. ENCUENTRA LA CONEXIÓN EMOCIÓN-ACCIÓN

Las emociones son impulsos a la acción. (E=Energía  -moción= Movimiento) Si ponemos atención, vamos logrando conectar lo que pensamos con lo que sentimos y lo que hacemos. ¿Qué haces cuando te sientes enfadada? Es importante vincular la emoción que sentimos con la acción que habitualmente tomamos para que la siguiente vez que se presente el estímulo, logremos cambiar nuestra respuesta.

Por ejemplo: ansioso – atracón de comida, deprimida-chocolate, estresada-limpieza a fondo…

 

4. IDENTIFICA TUS DETONADORES

¿Qué te «saca de tus casillas»?, ¿Haya ciertas cosas que te ponen de mal humor?, ¿Qué acciones activan lo peor de ti? Probablemente es un compañero de trabajo, un familiar, una conducta que automáticamente te vuelve loca… Tienes que identificar qué personas, situaciones, conversaciones, lugares o fechas te disparan. Si nos hacemos conscientes de eso, podremos trazar un plan para mantener la calma la próxima vez.

 

5. LLEVAR UN DIARIO EMOCIONAL

Es una poderosa herramienta de gestión emocional que nos ayuda a analizar y a reflexionar acerca de cómo nos sentimos ante una situación determinada. Nos ayuda a poner orden en nuestra mente para tener más claridad a la hora de sopesar alternativas y crear soluciones, nos ayuda a coger perspectiva.

 

6. IDENTIFICA EL EFECTO DE TUS EMOCIONES EN LOS DEMÁS.

Nuestros despliegues de emociones, para bien o para mal, tienen consecuencias en las personas a nuestro alrededor. Las emociones son contagiosas, ¿Cómo te sientes al lado de una persona que constantemente está enfadada?, ¿Has sentido alguna vez vergüenza ajena? Nuestras emociones contaminan nuestro entorno para bien y para mal.

 

La CLAVE para el «autocontrol» de nuestros impulsos, radica en la comprensión y el manejo (gestión) de nuestras emociones y pensamientos.

El problema es, que en muchas ocasiones, no somos conscientes de las consecuencias que esto puede tener a la hora de manejar o controlar nuestros impulsos, y nos arriesgamos con ello a que sean nuestras emociones y pensamientos los que dirijan nuestras conductas.

No olvidemos, que las emociones también se relacionan con la calidad de las decisiones que tomamos cada día, lo que tiene una gran repercusión en nuestra vida. Por este motivo, es importante que aprendamos a identificar nuestros detonantes, la emoción que nos genera, los pensamientos que lleva asociados y a tomar conciencia de ella.

Si lo logramos, habremos dado el primer gran paso hacia una buena autorregulación emocional.

 

 

FUNCIÓN Y MANIFESTACIÓN DE LAS EMOCIONES

 

Las emociones tienen 3 funciones principales:

  1. Función adaptativa: prepara al organismo para la acción. Gracias a esta capacidad podemos actuar eficazmente.
  2. Función social: expresan nuestro estado de ánimo y facilitan la interacción social para que se pueda predecir el comportamiento. Expresión oral, lenguaje no verbal, expresión facial.
  3. Función motivacional: existe una relación entre motivación y emoción, ya que ambas se retroalimentan. Cualquier conducta motivada produce una reacción emocional, a la vez que cualquier emoción impulsa la motivación hacia algo.

 

La denominada conciencia emocional trata de ser capaces de identificar nuestras emociones y las de los otros así como ponerles nombre. Tenerla nos permitirá:

  1. Reconocer nuestros estados de ánimo y reflexionar sobre ellos para tomar mejores decisiones.
  2. Relacionarnos mejor con los demás al reconocer sus emociones también.
  3. Establecer límites para atender nuestras necesidades y bienestar, mejorando así nuestra calidad de vida.
  4. Conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

 

La conciencia emocional (y auto-conciencia) forma parte de la conocida Inteligencia Emocional (IE), es el primer paso para poder desarrollarla adecuadamente.

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Para Goleman, precursor del término, se trata ante todo, de nuestra capacidad para dirigirnos con efectividad a los demás y a nosotros mismos, de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas, de auto-motivarnos, de frenar los impulsos, de vencer las frustraciones, la capacidad de reconocer las emociones y su impacto en todo lo que nos rodea, entender que gran parte de nuestros comportamientos y decisiones se basan en emociones.

 

La Inteligencia Emocional es una capacidad que puede entrenarse, y para ello debemos comenzar reconociendo las emociones que manifestamos. Las claves que propone el profesor Goleman son:

  • Detectar la emoción que hay detrás de cada uno de nuestros actos.
  • Ampliar nuestro lenguaje emocional.
  • Controlar los pensamientos que surgen para controlar cómo te comportas (para accionar en lugar de reaccionar)
  • Busca un por qué al comportamiento de los demás, sé capaz de entender las perspectivas y los mundos emocionales ajenos (empatía, mente abierta y flexibilidad).
  • Expresa tus emociones de forma asertiva.
  • Mejora tus habilidades sociales.
  • Aprender a automotivarte y a luchar por esos objetivos que te pueden acercar a una auténtica felicidad.

¿Cómo se manifiestan las emociones?

  • Activación de nuestro cuerpo.
  • Pensamientos (positivos, negativos)
  • Una respuesta conductual (no actuar también es una respuesta)

 

PIENSO – SIENTO – HAGO – RESULTADOS – PIENSO – SIENTO ….

Las emociones nos crean pensamientos y los pensamientos nos crean emociones, este mecanismo nos predispone a actuar y comportarnos de una manera u otra, dependiendo del pensamiento o la emoción en cuestión. Como colofón a este mecanismo, no se nos puede olvidar EL RESULTADO, que vienen siendo las consecuencias de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer. Respecto a esas consecuencias, pensaremos y valoraremos generando otra emoción, el mecanismo continua.

 

Te invito a:

✓ Cuando llegue esa emoción ponle nombre.
✓ Identifica en qué parte de tu cuerpo se manifiesta.
✓ Escucha su petición sin juicios y déjala fluir.

 

PASOS:

1. Reconoce las sensaciones físicas que acompañan a tus emociones. Aprende a escucharte y a sentirte, reconoce las señales de tu cuerpo.
2. Acepta que no las puedes negar o rechazar porque son parte de ti, dales la bienvenida, abraza a tus emociones sin juzgarlas.
3. Integra el mensaje que tus emociones tienen para ti, identifica que te quieren decir, reconócelo y hazlo consciente. ¿Qué estoy necesitando?, ¿Qué quiero?, ¿Qué voy a hacer al respecto?
4. Suéltalas. Déjalas seguir su curso. Una vez hayas escuchado el mensaje de tus emociones, no te aferres a ellas.

 

¿Qué sientes aquí y ahora?
¿Qué estás necesitando, qué quieres?
¿En qué parte de tu cuerpo se siente?
¿Qué pensamientos están ligados esa emoción? (Algunas emociones son autogeneradas, cuidado con lo que piensas)
¿Qué historia te estás contando acerca de ti, del otro, del mundo, de la vida …?
¿Qué te niegas a sentir?

(Algunas emociones son consecuencia de la represión de otras. Por ejemplo, detrás de una persona que vive enfadada, puede haber un niño que teme mostrar su vulnerabilidad = miedo/tristeza)

 

TOMA NOTA DE ALGUNOS MENSAJES:

La Alegría: Te viene a contar que has logrado algo o avisarnos de acontecimientos en nuestro entorno que valoramos positivamente. La función más importante de la Alegría es que nos facilita la afiliación, la aproximación a los otros.

La Tristeza: Te avisa que has perdido algo. El objetivo emocional es el de abrazar nuestro dolor e integrar la emoción a través de la aceptación de esa pérdida.

El Miedo: Te cuenta que «no tienes recursos»(o eso crees). El objetivo es protegernos física, emocional y psicológicamente; el miedo es nuestro guardián. Integrar la emoción pasa por la escucha, por identificar la intención positiva y comprobar si se trata de una falta de recursos real, experiencias pasadas o mi inseguridad.

El Enfado: Que te han puesto límites, los han(has) transgredido o te has dado de más. El objetivo es avisarnos de la transgresión de nuestros límites, integrar la emoción pasa por reconocerla y aceptarla  tal y como es e identificar los límites traspasados.

El Asco: Que hay «algo que rechazas». El objetivo también es nuestra supervivencia y distanciarnos de ese estímulo que nos repugna. El rechazo puede ser hacia cosas, personas, valores…

La Sorpresa: Que ha aparecido «algo inesperado». Es la más fugaz, aparece y se va con absoluta rapidez para vincularse rápidamente a otra emoción que sea congruente con la situación. Su objetivo facilitar procesos atencionales, conductas de exploración y curiosidad ante las situaciones extrañas y lo hace dirigiendo los procesos cognitivos a la situación que se presenta.

Lo que pensamos sobre esa emoción se convierte en un SENTIMIENTO = Pensamiento + Emoción

Cuando perdura en el tiempo se convierte en un ESTADO DE ÁNIMO = Es el que tiñe nuestros días de un determinado color.

 

¿Qué pasa si no las expreso o canalizo?

 

Si se repite mucho una emoción o bien se alargan en el tiempo, se convierten en cargas emocionales:

La Alegría se convierte en Euforia.
La Tristeza se convierte en Depresión.
El Miedo se convierte en Terror.
El Enfado se convierte en Ira.
El Asco se convierte en Intolerancia.
La Sorpresa se convierte en Obnubilación.

 

CARGAS EMOCIONALES

 

Una carga emocional puede generarse tanto por sucesos pasados, como por situaciones en el presente que nos generan angustia, miedo, ansiedad… La intensidad con la que se vive esa carga, no tiene tanto que ver con la magnitud de lo que sucedió como con el  cómo ese suceso es vivido por la persona.

Algunas cargas emocionales terminan por somatizar a través del cuerpo: colitis, gastritis, afecciones dermatológicas, intestinales, cardiacas o respiratorias. Otras tienen que ver con el estado de ánimo y suelen presentarse como una sensación de no ser suficiente, de no ser feliz o estar todo el tiempo cansado, de sentirse todo el tiempo bajo tensión o ser aplastado por las situaciones incluso si son sucesos cotidianos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día.

 

Podemos darnos cuenta de la intensidad y magnitud de nuestras cargas emocionales cuando intentamos vivir nuestra vida y sentimos que es sumamente pesada, no me quiero levantar, no deseo hacer ninguna actividad o siento que todo me cuesta mucho trabajo, tengo miedo de hacer cosas que deseo hacer, en general, tener la idea o sensación de que algo me está deteniendo y me estanca en una sensación de inmovilidad o sobrecarga.

 

Por norma general, surgen de 3 fuentes origen, relacionadas entre sí:

1. Heridas emocionales

Todos llevamos mínimo una herida «a cuestas» y esto es probablemente lo que complica, no solo tus relaciones, sino tu vida. Cuando algún estímulo presente, nos resulta similar a aquello que formó la herida, nos volvemos nuestro niño herido y actuamos como tal (mismas sensaciones, recursos, emociones)

Nuestra herida se activará mucho más, cuando alguien nos toque allí donde dolió, cuando alguien me «confirme» alguna de las creencias que me he conformado en base y a causa de esa herida. Como adultos tenemos la oportunidad y la responsabilidad de volvernos nuestros propios padres y cubrir todas esas necesidades afectivas y físicas no satisfechas. A veces, necesitamos volver simbólicamente a ese momento de dolor, acompañar y abrazar a ese niño, adolescente o joven que se sintió lastimado, desatendido y desprotegido.

 

2. Lo inconcluso

Aquí estamos hablando de rencores, culpabilidad, resentimiento… Algo que no sanamos, que no dejamos ir, a lo que nos mantenemos apegados. Una parte de nosotros sigue allí, y esa parte ejerce poder en nuestro presente de forma recurrente haciéndonos revivir una y otra vez ese dolor pasado. Nos imposibilita para apreciar y cambiar lo que está sucediendo en este momento.

Necesitamos separar el pasado del presente, cerrar lo inconcluso. Prueba narrando tu historia, aquello que pasó. Narrar nos ayuda a ponerle nombre a los sentimientos, nos ayuda a reflexionar, a buscar en la profundidad de la memoria y hacernos conscientes de vivencias dormidas (reprimidas) que podrían estar operando en nuestro presente de forma inconsciente: algo que no se dijo, algo que dolió, algo que me quedé esperando… la escritura terapéutica nos ayuda a liberar emociones enquistadas, desenredar la madeja emocional y poner en palabras experiencias subjetivas para que puedan ser digeridas (psicológicamente).

El objetivo es decir lo que no pudiste, escuchar lo que más necesitas oír, y empezar mental y emocionalmente a separar tu pasado de tu presente. Nuestro inconsciente no entiende de espacio-tiempo, por eso hacer este ritual hoy nos ayuda a resignificar el pasado, aquello que pasó. Volveremos a guardarlo en nuestra memoria como algo cerrado, concluido.

 

3. Normas y reglas

Vives con las reglas que te impusieron, atrapado en el pasado en lugar de definir las tuyas propias. Tu niño interior está constantemente luchando para hacer lo correcto, por «estar a la altura» pero todo eso te impide vivir tu verdadero SER, quien eres en realidad. Vives encorsetado y enmascarado en todos los «debería», los «tengo que» y las expectativas de los demás.

Es hora de sacar a la luz quien eres realmente, trabajar con las expectativas (propias y ajenas), en tu merecimiento, tu valía personal y trabajar en tu excesiva necesidad de aprobación. Un patrón muy relacionado con todo esto es el perfeccionismo y la autoexigencia.

 

La gestión de una emoción por tanto, pasa por darme cuenta de la necesidad que tengo y de cómo actúo para satisfacerla. A esto se llega a través de un buen trabajo de autoconocimiento, auto-indagación y auto-conciencia emocional.

De corazón espero, que todo lo que comparto, te ayude a iluminar allí donde más oscuro se ve.

Un abrazo.

 

Manual de autosanación: «HERIDA. Comprender y sanar a mi niña interior» Un viaje a tu interior que se compone de 30 capítulos y 13 anexos. 594 páginas que te ayudarán a identificar tus propias capas de dolor, de qué se compone cada una de ellas, que entiendas la función que cumplieron y de qué te intentaron e intentan proteger, qué las detona y cuál es su secuencia.

Herramientas de vida: «TRABAJAR EN MÍ». Una guía que te ayuda a identificar y transformar cada uno de los comportamientos y conductas que te vienen saboteando, en recursos que te impulsen y te ayuden a ver tu realidad desde otro lugar.

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Te acompaño en tu proceso: Te acompaño en ese viaje hacia lo más profundo de ti, a ir soltando todo lo que no te pertenece, a ir poniendo luz a esas partes que tuviste que esconder, ir renunciando a la esclavitud de la aceptación de otros, volver a sentirte segura siendo tú. Sentirte adulta, aceptarte y poder darte la incondicionalidad legítima que un día quizás no recibiste y que aún hoy estás necesitando. Pregúntame sin compromiso.

Conoce todas las herramientas y recursos que he creado para ti. Comienza el camino del autoconocimiento, aprende a indagar en ti, a observarte, escucharte, atenderte… Comprende porqué ves el mundo como lo ves y todo lo que puedes hacer al respecto. Tienes todo en la pestaña «recursos».

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